Washington, 27 abr (SANA) El periódico estadounidense The Washington Post indicó que la debilidad que impregnó las economías de las grandes potencias podría significar un cambio de balanza y el próximo final de la dominación económica de Occidente, que coincide con un crecimiento acelerado del PIB en China e India.
El diario publicó un análisis en el cual el periodista Henry Olsen opinó que la hegemonía de los países occidentales sobre el mundo se basa en la fortaleza económica, por ejemplo, en el año 2000, los países que actualmente imponen sanciones contra Rusia bajo el pretexto de la operación militar especial produjeron el 79.4 % del PIB mundial, pero esta cifra disminuyó en 2020 al 60.4 %.
Según el rotativo, el enorme crecimiento logrado por la economía china jugó un papel importante en estos índices, y destacó que la India y otros países también crecieron más rápido que Occidente, y todos ellos se convirtieron en países lo suficientemente fuertes como para rechazar la hegemonía y dictados de Occidente respecto a la crisis de Ucrania.
“Es por eso que muchos de estos países se abstuvieron de sumarse a las medidas coercitivas contra Rusia”, precisó.
El periódico señaló que para 2040, China e India juntas tendrán más PIB en términos de poder adquisitivo, añádele los países en desarrollo como Brasil, México e Indonesia, y cuando entonces, el equilibrio de fuerzas en el mundo cambiará aún más y pondrá fin a muchas décadas de dominación occidental.
18 de abril (NTV) Según el último informe de Bloomberg el dólar se está debilitando al ritmo más rápido desde la década de 1980, según se observa en los datos facilitados por Lorcan Roche Kelly.
¿Por qué? «Si observamos todo lo que ha hecho la Reserva Federal en los últimos siete años -subir los tipos 225 puntos básicos, volver a reducirlos hasta casi cero, poner fin a las compras de activos, y luego reanudar y casi duplicar el balance-, parece que el ‘billete verde’ ha sido sorprendentemente resistente a las acciones del banco central», explica.
Se ha convertido en una realidad además de los visos que iban dando una idea de que estaba sufriendo el dólar un debilitamiento importante.
Economista español José Antonio Vizner de NegociosTV
Sin embargo, matiza, eso es adoptar un enfoque mecánico de la política de la Fed: «Si miramos el índice del dólar, estamos comparando la moneda estadounidense con sus pares internacionales».
Puede ser fuerte frente a ellos, pero hay algo de ‘truco’ en esto, señala. «La medida de la fortaleza que importa para la mayoría de los usuarios del dólar no es cuántos euros o libras pueden comprar, sino cuántas cosas puede comprar su dinero.
Lo que importa es el tipo de cambio del dólar frente a las cosas. Por suerte, también tenemos un nombre para eso: inflación», desarrolla, haciendo alusión al gráfico del índice de precios al consumo (IPC) de EEUU, que muestra la acelerada devaluación del dólar en los últimos años. «Frenar la caída de esta línea es el verdadero objetivo de la Fed», apostilla.
Los planes se deben al creciente descontento de Riad con su aliado Washington, según fuentes citadas por el medio.
Arabia Saudita está llevando negociaciones activas con Pekín sobre el ajuste de cuentas por parte de sus suministros de petróleo a China en yuanes, informa The Wall Street Journal, citando a fuentes conocedoras del asunto.
La entrada de la moneda nacional china en los contratos para el crudo reduciría la dominación del dólar sobre el mercado global, y marcaría un avance en dirección a Asia como gran exportador mundial.
China compra más del 25 % de las exportaciones de crudo de Arabia Saudita. De ser pagadas en yuanes, las ventas impulsarían el prestigio del yuan a nivel global.
Las negociaciones sobre el tema se mantienen de forma irregular hace seis años, pero se han acelerado este año junto con un creciente descontento de Riad con su aliado duradero.
Así, Arabia Saudita está enfadada con la falta de apoyo a su intervención en la guerra civil en Yemen, además de la determinación del Gobierno de Biden de acordar la reanudación del acuerdo nuclear con Irán. Asimismo, los líderes sauditas quedaron impactados por la precipitada retirada de EE.UU. desde Afganistán el año pasado, señala el medio.
La semana pasada, The Wall Street Journal informó, citando a funcionarios estadounidenses y de Oriente Medio, que los líderes de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos rechazaron mantener llamadas con Joe Biden, mientras Occidente busca reducir la importación de petróleo ruso.
Mohammed bin Salman y Mohammed bin Zayed al Nahyan
El jeque de los Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed al Nahyan, y el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, se habrían negado a concertar llamadas telefónicas con el presidente de EE.UU., Joe Biden, en medio de los intentos de Occidente de encontrar nuevos suministros de petróleo para poder abstenerse de las importaciones provenientes de Rusia como respuesta a la operación especial militar de Moscú en Ucrania.
De acuerdo al reporte de este martes de The Wall Street Journal, que cita a funcionarios estadounidenses y de Oriente Medio, ambos líderes no mostraron su disponibilidad para hablar con Biden después de que Estados Unidos solicitara mantener conversaciones.
Por debajo de 120 dólares. La cotización de los principales barriles de referencia en EEUU y Europa registra una súbita caída de más del 10% ante el posible levantamiento de restricciones al crudo de Venezuela e Irán.
Los futuros del crudo están hundiéndose con fuerza esta tarde. Tanto el Brent como el West Texas caen más de un 10%, ante el posible giro a los temores de falta de suministro por culpa de la invasión rusa de Ucrania. Los precios llegaron a desplomarse un 15% después de que presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, indicara que está preparado para hacer ciertos compromisos con Rusia para poner fin a la guerra.
Poco antes, Emiratos Árabes Unidos dijo que pedirá a la OPEP+ que aumente la producción de petróleo más rápido, un giro dramático que podría poner al país en contra de otros miembros de la alianza liderada por Arabia Saudí y Rusia. «Estamos a favor de los aumentos de producción y alentaremos a la OPEP a considerar niveles de producción más altos», dijo Yousef al-Otaiba, embajador de los Emiratos Árabes Unidos en Washington, en un comunicado.
El ascenso vertiginoso del petróleo está contribuyendo a un aumento de la inflación al nivel más alto en décadas. Los precios de la gasolina en EEUU marcaron un récord el lunes, mientras que el diésel tocó máximos de 2008. El aumento de los precios en las gasolineras en medio de la invasión de Ucrania por parte de Rusia sigue frustrando los esfuerzos del presidente Joe Biden para controlar la inflación y aliviar el dolor de los consumidores estadounidenses.
«El mercado del petróleo seguirá siendo persistentemente volátil y los precios del crudo seguirán soportados hasta que se produzca una gran desescalada en la guerra en Ucrania», dijo Ed Moya, analista senior de mercado de Oanda.
EEUU y el Reino Unido decidieron el martes detener las importaciones de petróleo ruso, aunque la UE se ha mostrado reacia a comprometerse con acciones similares. La Agencia Internacional de la Energía anunció que la liberación de reservas que hará próximamente ascenderá a casi 63 millones de barriles de crudo y productos derivados, pero el mensaje ha hecho poco para enfriar los precios.
En el contexto de rápido movimiento del mercado, la OPEP+ se mantiene al margen y se aferra a su aumento de producción de 400.000 barriles al día. Rusia es un importante proveedor de productos refinados para Europa y la amenaza de que se agoten los suministros de combustible en la región ha provocado un frenesí en los mercados de diésel. Los inventarios de destilados de EEUU cayeron al nivel más bajo desde noviembre de 2014, disminuyendo en 5,23 millones de barriles, según datos del Gobierno.
«El mercado está a la espera del efecto dominó de que la UE anuncie una prohibición. Sin embargo, con las grandes petroleras anunciando que no tocarán el petróleo ruso, ya existe una prohibición de facto», dijo Keshav Lohiya, fundador de la consultora Oilytics.
El Ministro de Hidrocarburos y Energías, Franklin Molina, informó que para este año se estima que la renta petrolera sea de aproximadamente $us 1.900 millones, lo que significaría un incremento de $us 248 millones respecto a los $us 1.652 millones que se produjeron durante el gobierno de facto en 2020.
La autoridad cabeza de sector subrayó que gracias a las políticas del Presidente Luis Arce, Bolivia comienza a encaminar la reactivación económica a través de mayores ingresos por la venta de los hidrocarburos, lo que beneficia directamente a todos los bolivianos.
“Yo estimo que ante la posibilidad de una subida en los precios del —crudo— WTI (West Texas Intermediate), que tienen un efecto en los precios de gas de exportación a Brasil y Argentina, habría una variable positiva para el país que nos permitiría superar incluso los $us 1.900 millones de renta petrolera”, manifestó el Ministro en entrevista con el programa “Las 7 en el 7”, que se transmite por Bolivia TV.
Franklin Molina indicó que el aumento de la renta significa mayores ingresos para los municipios y gobernaciones, lo que se traduce en más obras para los bolivianos.
El Ministro destacó la gestión del Ejecutivo para lograr que Bolivia consiga estos avances en medio de la pandemia del Covid-19, que aún afecta tanto al país como a otros estados del mundo; y luego de nefastas decisiones que se tomaron durante el gobierno golpista que afectaron considerablemente al sector hidrocarburífero, como el caso de la denominada octava adenda con la compañía Petrobras.
En marzo de 2020, el entonces Ministro de Hidrocarburos de Jeanine Áñez, Víctor Hugo Zamora, firmó dicho contrato en el que se establecía un volumen mínimo de entrega de 14 millones de metros cúbicos por día (MMm3d) y un máximo de 20 MMm3d.
Además, aquel documento obligaba a que el energético se entregue a Petrobras en Puerto Suárez (Mutún), frontera con Brasil, y ya no en Río Grande, y que el costo de transporte, que antes era pagado por la petrolera brasileña, corra por cuenta de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Esta nefasta gestión del gobierno golpista supuso una pérdida mensual de $us 5,3 millones en los ingresos de YPFB.
Inversión
Ante esa situación, y siguiendo el mandato de Luis Arce, el titular de la cartera estatal aseguró que hasta diciembre se tiene previsto invertir $us 788 millones en el sector petrolero, de los cuales más del 40% se destinará a obras de exploración y de mejoramiento para canales de exportación.
De igual modo, el Ministro Molina señaló que hasta fin de año se destinarán $us 130 millones para 90.000 nuevas conexiones de gas domiciliario en el país, lo que ayuda a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Asimismo, los proyectos de redes de gas generan empleo para los bolivianos, ya que en el país existen unas 40.000 microempresas que se dedican a este oficio.
Generación Distribuida
El titular de Hidrocarburos y Energías también destacó la gestión del Gobierno Nacional para encaminar el cambio en la matriz energética, principalmente con la generación de energías limpias en el marco del cuidado al medio ambiente.
Por ello enfatizó la importancia del Decreto Supremo Nº 4477 y su Reglamento, que viabilizan el uso de sistemas fotovoltaicos (paneles solares) en casas y edificios particulares.
“De este modo el usuario no solo ahorra en el gasto de electricidad, sino que se convierte en un generador más de energía eléctrica, ya que el excedente que produce se inyecta al Sistema Interconectado Nacional (SIN)”, explicó.
Electromovilidad
Del mismo modo, el Ministro Franklin Molina destacó la política nacional de promover el uso de vehículos y maquinaria agrícola que operan con electricidad, los cuales generan menor contaminación que los motorizados a combustión.
“—Mediante el Decreto Supremo Nº 4539— se habilitan una serie de incentivos, por ejemplo para las empresas que deseen importar o ensamblar vehículos eléctricos en zonas francas industriales a través de la eliminación de aranceles”, explicó.
La autoridad cabeza de sector dijo que Bolivia cuenta con una gran capacidad de producción de energía eléctrica, la cual proviene en más del 50% de fuentes renovables.
Por ello, está garantizado el abastecimiento de este recurso para la demanda interna y las exportaciones a otros países. Además, el Estado Plurinacional de Bolivia continúa ejecutando proyectos para aumentar la generación de electricidad.
Litio
Finalmente, el Ministro Molina se refirió a las políticas del Estado orientadas a convertir a Bolivia en un país industrializador de litio, ya que en el territorio nacional se encuentran las mayores reservas certificadas de ese recurso evaporítico con más de 21 millones de toneladas en el Salar de Uyuni (Potosí), sin contar los reservorios de los salares de Coipasa (Oruro) y Pastos Grandes (Potosí).
“Con nuestro Presidente hemos lanzado una convocatoria para adquirir la tecnología de Extracción Directa de Litio (EDL). —En el futuro— nueve compañías realizarán pruebas piloto en el país sobre el uso de esta herramienta que nos permitirá acelerar la industrialización — del oro blanco—”, manifestó.
Con la tecnología EDL, Bolivia podría acortar los plazos para comenzar con la producción industrial de cátodos, carbonato de litio y finalmente baterías de litio, pieza clave de los vehículos eléctricos que son el futuro del parque automotor mundial.
El Ministerio de Hidrocarburos y Energías mantiene su firme compromiso de apoyar la reactivación económica del país para salir adelante.
Es bien conocido el papel del petróleo en la configuración de la geopolítica mundial. Desde que el petróleo pasó a ser esencial para el transporte mundial –y por tanto para el funcionamiento de la economía mundial–, se ha considerado, por razones evidentes, un recurso estratégico. Puesto que las mayores concentraciones de petróleo se hallan en Oriente Medio, una región históricamente alejada de los principales centros de actividad industrial en Europa y Norteamérica y sujeta regularmente a convulsiones políticas, las principales naciones importadoras trataron durante mucho tiempo de ejercer cierto control sobre la producción y la exportación de petróleo de esta región. Esto dio lugar a un imperialismo de nivel superior sobre los recursos. Comenzó después de la Primera Guerra Mundial, cuando Gran Bretaña y las demás potencias europeas se disputaron el control colonial de las zonas petrolíferas de la región del Golfo Pérsico. Esa lucha continuó tras la Segunda Guerra Mundial, cuando EE UU entró espectacularmente en esta competición.
Para EE UU, garantizar el acceso al petróleo de Oriente Medio pasó a ser una prioridad estratégica tras las crisis del petróleo de 1973 y 1979, la primera causada por un embargo petrolero árabe en represalia por el apoyo de Washington a Israel en la guerra de octubre de aquel año, y la segunda por una interrupción de los suministros provocada por la revolución islámica en Irán. En respuesta a las colas interminables ante las gasolineras de EE UU y a las recesiones subsiguientes, los sucesivos presidentes se comprometieron a proteger las importaciones de petróleo por todos los medios necesarios, incluido el uso de la fuerza armada. Es la postura que llevó al presidente George H. W. Bush [1989-1993] a librar la primera guerra del Golfo contra el Irak de Sadam Husein en 1991 y a su hijo [George W. Bush, 2001-2009] a invadir ese mismo país en 2003.
En 2021, EE UU ya no depende tanto del petróleo de Oriente Medio, dada la amplitud de la explotación mediante la tecnología de fracturación hidráulica de los yacimientos nacionales de esquistos y otras rocas impregnadas de petróleo. Sin embargo, el vínculo entre el consumo de petróleo y los conflictos geopolíticos no ha desaparecido. La mayoría de analistas piensa que el petróleo seguirá aportando una parte importante de la energía mundial en las próximas décadas, lo que no dejará de suscitar luchas políticas y militares en torno a las reservas restantes. Por ejemplo, ya han estallado conflictos en relación con las reservas extraterritoriales en los mares de China Meridional y Oriental. Ciertos analistas predicen también una lucha por el control de los yacimientos petrolíferos y minerales no explotados de la región ártica.
He aquí, por tanto, la cuestión que se plantea: ¿cambiará todo esto el fuerte aumento de usuarios de automóviles eléctricos? La cuota de mercado de los automóviles eléctricos ya aumenta rápidamente y se calcula que alcanzará el 15% de las ventas mundiales en 2030. Las grandes fábricas de automóviles invierten masivamente en este tipo de vehículos, anticipando un fuerte crecimiento de la demanda. En 2020 había en el mundo alrededor de 370 modelos de automóviles eléctricos disponibles en el comercio –lo que supone un aumento del 40% con respecto a 2019–, y los principales fabricantes han anunciado su intención de aportar 450 modelos suplementarios de aquí a 2022. Además, General Motors ha anunciado su intención de suprimir completamente los vehículos de gasolina y gasóleo convencionales de aquí a 2035, mientras que el director general de Volvo ha afirmado que en 2030 la empresa no venderá más que vehículos eléctricos.
Cabe pensar razonablemente que esta evolución no hará más que acelerarse, con profundas consecuencias para el comercio mundial de recursos. Según la AIE, un vehículo eléctrico típico precisa seis veces más insumos minerales que un vehículo clásico que funciona con petróleo. Se trata en particular de cobre para el cableado eléctrico, así como de cobalto, grafito, litio y níquel, necesarios para garantizar las prestaciones, la longevidad y la densidad energética (la energía producida por unidad de peso) de la batería. Además, los elementos de tierras raras serán esenciales para los imanes permanentes instalados en los motores eléctricos.
El litio, componente principal de las baterías de iones de litio, utilizadas en la mayoría de vehículos eléctricos, es el metal más ligero que se conoce. Aunque está presente tanto en los depósitos de arcilla como en minerales compuestos, raramente se da en concentraciones fácilmente explotables, si bien también puede extraerse de la salmuera en regiones como el Salar de Uyuni en Bolivia, la extensión de sal más grande del mundo. Actualmente, alrededor del 58% del litio mundial proviene de Australia, el 20% de Chile, el 11% de China, el 6% de Argentina y en proporciones menores de otros países. Una empresa estadounidense, Lithium Americas, está a punto de iniciar la extracción de cantidades importantes de litio de un yacimiento de arcilla en el norte de Nevada, pero choca con la resistencia de los ganaderos locales y la población indígena, que temen la contaminación de sus reservas de agua.
El cobalto es otro componente clave de las baterías de iones de litio. No es frecuente encontrarlo en yacimientos puros y casi siempre se obtiene como subproducto de la extracción de cobre y níquel. Actualmente se produce casi en su totalidad a partir de la extracción de cobre en la RDC, país caótico asolado por conflictos violentos, principalmente en el llamado cinturón de cobre de la provincia de Katanga, una región que en el pasado había intentado separarse del resto del país y que todavía muestra veleidades secesionistas.
Los elementos de tierras raras engloban un grupo de 17 sustancias metálicas dispersas en la corteza terrestre, pero rara vez se hallan en concentraciones explotables. Varias de ellas son esenciales para las futuras soluciones energéticas verdes, especialmente el disprosio, el lantano, el neodimio y el terbio. Utilizados en aleaciones con otros minerales, contribuyen a perpetuar la magnetización de los motores eléctricos en condiciones de alta temperatura, un requisito clave para los vehículos eléctricos y los aerogeneradores. Actualmente, alrededor del 70% de los elementos de tierras raras provienen de China, tal vez un 12% de Australia y el 8% de EE UU.
Una simple ojeada a la localización de estas concentraciones revela que la transición a la energía verde que plantean el presidente Biden y otros líderes mundiales podría chocar con graves problemas geopolíticos, que no dejan de recordar los que generó en el pasado la dependencia del petróleo. Para empezar, la nación más poderosa del planeta desde el punto de vista militar, EE UU, no puede aprovisionarse más que de pequeñas cantidades de ETR, así como de otros minerales esenciales, como el níquel y el zinc, para las tecnologías verdes avanzadas. Si Australia, una fiel aliada, seguirá siendo sin duda una proveedora importante de algunos de ellos, China, considerada cada vez más como adversaria, es crucial con respecto a los ETR. Congo, uno de los países más devastados del planeta por las guerras, es el principal productor de cobalto. Por tanto, no pensemos ni por un instante que la transición a un futuro basado en las energías renovables será fácil o estará exenta de conflictos.
El choque que viene
Ante la perspectiva de un abastecimiento insuficiente o de la dificultad de acceso a estos materiales críticos, los estrategas de la energía ya reclaman un esfuerzo importante por desarrollar nuevas fuentes de aprovisionamiento en el mayor número de lugares posible. “Hoy, los planes de abastecimiento y de inversión en relación con numerosos minerales críticos están bastante lejos de lo que hace falta para sostener un despliegue acelerado de paneles solares, aerogeneradores y vehículos eléctricos –ha declarado Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE–. Estos riesgos son reales, pero se pueden superar. La respuesta de las autoridades políticas y de las empresas determinará si los minerales decisivos siguen siendo un catalizador esencial para las transiciones energéticas limpias o se convierten en un cuello de botella en el proceso.”
Sin embargo, como Fatih Birol y sus socios de la AIE han señalado con toda claridad, superar los obstáculos que dificultan el aumento de la producción de minerales será todo menos fácil. Para empezar, el lanzamiento de nuevos proyectos mineros puede resultar extraordinariamente costoso y encerrar numerosos riesgos. Las empresas mineras pueden estar dispuestas a invertir miles de millones de dólares en un país como Australia, donde el régimen jurídico es acogedor y donde pueden esperar protección frente a expropiaciones o guerras futuras, pero numerosas fuentes minerales prometedoras se hallan en países como la RDC, Myanmar, Perú y Rusia, donde esas condiciones apenas se dan. Por ejemplo, los disturbios actuales en Myanmar, un importante productor de determinados elementos de tierras raras, ya han suscitado inquietud con respecto a su futura disponibilidad y provocado un alza de los precios.
El descenso de la calidad de los minerales preocupa. Con respecto a los yacimientos mineros, el planeta ha sido objeto de búsquedas sistemáticas, según los casos desde la edad de bronce, y buen número de ellos se descubrieron hace tiempo y se explotan desde entonces. “Estos últimos años, la calidad de los minerales ha seguido disminuyendo con respecto a toda una serie de productos básicos –señala la AIE en su informe sobre los minerales cruciales y las tecnologías verdes–. Por ejemplo, el contenido medio del mineral de cobre en Chile ha disminuido un 30% en los últimos 15 años. La extracción del contenido metálico de minerales de menor contenido requiere más energía, lo que presiona al alza el coste de producción e incrementa las emisiones de gases de efecto invernadero y el volumen de los residuos”.
Además, la extracción de minerales de formaciones rocosas subterráneas implica a menudo el uso de ácidos y otras sustancias tóxicas y requiere en general grandes cantidades de agua, que resulta contaminada después de su uso. Este problema se ha agravado a raíz de la promulgación de leyes sobre la protección ambiental y de la movilización de las comunidades locales. En numerosas regiones del mundo, como en Nevada en relación con el litio, los renovados esfuerzos de extracción y tratamiento del mineral chocarán con una oposición local cada vez más combativa. Por ejemplo, cuando la empresa australiana Lynas Corporation trató de eludir la legislación ambiental australiana trasladando a Malasia los minerales de su mina de tierras raras de Mount Weld para tratarlos allí, los movimientos locales organizaron una prolongada campaña para impedírselo.
Para Washington, tal vez ningún problema es más espinoso –ya que se trata de la disponibilidad de materiales esenciales para una revolución verde– que el deterioro de sus relaciones con Pekín. Después de todo, China suministra actualmente el 70% de las tierras raras del mundo y dispone de importantes yacimientos de otros minerales esenciales. Además, este país se encarga del refino y tratamiento de numerosos materiales claves que se extraen en otros países. De hecho, en lo tocante al tratamiento de minerales, las cifras son chocantes. China tal vez no produce grandes cantidades de cobalto o de níquel, pero realiza el tratamiento de alrededor del 65% del cobalto y del 35% del níquel que se comercializan en todo el mundo. Si China produce el 11% del litio mundial, dispone de cerca del 60% del litio transformado. Por otro lado, en lo relativo a los elementos de tierras raras, China domina de manera apabullante: no solo suministra el 60% de las materias primas del mundo, sino también cerca del 90% de los ETR transformados.
Simplificando podemos decir que es imposible que EE UU u otros países puedan emprender una transición masiva de los combustibles fósiles a una economía basada en las energías renovables sin cooperar económicamente con China. No cabe duda de que se hará todo lo posible por reducir este grado de dependencia, pero no se ve ninguna perspectiva realista, dentro de un futuro previsible, de eliminar la dependencia de China con respecto a las tierras raras, el litio y otros materiales claves. En otras palabras, si EE UU pasa de una postura algo parecida a la de la guerra fría con respecto a Pekín a otra todavía más hostil, y si emprende nuevos intentos de tipo trumpiano de desacoplar su economía de la de la República Popular, como preconizan numerosos halcones del Congreso, no cabe duda de que el gobierno de Biden tendrá que abandonar sus planes con vistas a un futuro energético verde.
Obviamente, es posible imaginar un futuro en que las naciones comiencen a disputarse las reservas mundiales de minerales esenciales, del mismo modo que en tiempos se disputaron el petróleo. Al mismo tiempo, es perfectamente posible concebir un mundo en el que países como el nuestro abandonan simplemente sus planes de un futuro energético verde por falta de materias primas adecuadas y relanzan las guerras del petróleo del pasado. En un planeta ya de por sí sobrecalentado, esto conduciría a un caos civilizatorio peor que la muerte.
En realidad, Washington y Pekín apenas tienen otra alternativa que colaborar entre ellos y con otros muchos países para acelerar la transición a la energía verde, abriendo nuevas minas e instalaciones de tratamiento de los minerales esenciales, desarrollando sustitutos de los materiales escasos, mejorando las técnicas de explotación minera para reducir los riesgos ambientales y aumentando sustancialmente el reciclado de los minerales vitales de las baterías y otros productos usados. Toda otra alternativa será sin duda un desastre de primer orden, o algo peor.
Gracias a su mismo nombre –energía renovable–, podemos imaginar un porvenir no muy lejano en que desaparecerá nuestra dependencia de combustibles no renovables como el petróleo, el gas natural y el carbón. En efecto, el gobierno de Joe Biden ha anunciado que se ha propuesto como objetivo eliminar totalmente la dependencia de EE UU de estos combustibles no renovables para la producción de electricidad de aquí a 2035. Pretende alcanzar este objetivo “desplegando recursos de producción de electricidad sin contaminación por carbono”, principalmente la energía perpetua del viento y del sol.
Visto que otros países emprenden la misma vía, resulta tentador concluir que pronto pasará a ser historia la época en que la competencia en torno a recursos energéticos limitados era una causa recurrente de conflictos. Lamentablemente, esto no es cierto: si el sol y el viento son efectivamente renovables hasta el infinito, los materiales necesarios para convertir estos recursos en electricidad –minerales como el cobalto, el cobre, el litio, el níquel y los elementos de tierras raras, o ETR– son todo menos renovables. Algunos de ellos, de hecho, son mucho más raros que el petróleo, lo que nos hace pensar que los conflictos mundiales en torno a recursos vitales bien podrían no desaparecer en la era de las energías renovables.
Para comprender esta paradoja inesperada, es preciso examinar cómo las energías eólica y solar se transforman en formas utilizables de electricidad y de propulsión. La energía solar se capta en gran parte mediante células fotovoltaicas [paneles solares fotovoltaicos], a menudo instalados en gran número [las huertas solares], mientras que el viento se aprovecha mediante turbinas gigantes que suelen desplegarse en vastos parques eólicos. Para utilizar la electricidad en el transporte, los automóviles y camiones han de estar equipados con baterías perfeccionadas, capaces de mantener una carga a lo largo de grandes distancias. Cada uno de estos equipos utiliza cantidades notables de cobre para transmitir la electricidad, así como una variedad de otros minerales no renovables. Los molinos eólicos, por ejemplo, requieren manganeso, molibdeno, níquel, zinc y tierras raras para sus generadores eléctricos, mientras que los vehículos eléctricos (VE) necesitan cobalto, grafito, litio, manganeso y tierras raras para sus motores y baterías.
Hoy por hoy, dado que la energía eólica y la solar solo representan el 7% de la producción mundial de electricidad y que menos del 1% de todos los vehículos que circulan son eléctricos, la producción de estos minerales es más o menos suficiente para satisfacer la demanda mundial. Claro que si EE UU y otros países optan realmente por un futuro energético verde, tal como plantea del presidente Biden, la demanda de estos minerales crecerá rápidamente y la producción mundial no podrá responder ni de lejos a las necesidades previstas.
Según un estudio de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), titulado The Role of Critical Minerals in Clean Energy Transitions, la demanda de litio en 2040 podría ser 50 veces superior a la actual, y la de cobalto y grafito 30 veces superior si el mundo se apresura a reemplazar los vehículos que funcionan con petróleo por vehículos eléctricos. Este aumento de la demanda incitará sin duda a la industria a desarrollar nuevas fuentes de abastecimiento de estos minerales, pero las fuentes potenciales son limitadas y su puesta en servicio será costosa y complicada. Es decir, el mundo podrá verse sometido a importantes penurias de materiales críticos. (“Ahora que la transición hacia las energías limpias se acelera a escala mundial –señala siniestramente el informe de la AIE– y que proliferan cada vez más los paneles solares, los molinos eólicos y los vehículos eléctricos, estos mercados de rápido crecimiento de los minerales claves podrían quedar expuestos a la volatilidad de precios, a la influencia geopolítica e incluso a dificultades de aprovisionamiento.”)
Y una complicación añadida: con respecto a algunos materiales más críticos, en particular el litio, el cobalto y los elementos de tierras raras, la producción está muy concentrada en unos pocos países, una realidad que podría dar pie al tipo de conflictos geopolíticos que ya jalonaron la dependencia del mundo con respecto a las grandes fuentes de petróleo. Según la AIE, un único país, la República Democrática de Congo (RDC), suministra actualmente más del 80% del cobalto mundial, y otro –China–, el 70% de los elementos de tierras raras. Asimismo, la producción de litio se concentra en lo esencial en dos países, Argentina y Chile, que representan conjuntamente cerca del 80% de la oferta mundial, mientras que cuatro países –Argentina, Chile, y Perú– suministran la mayor parte de nuestro cobre. Es decir, estas reservas futuras están mucho más concentradas en un número mucho más restringido de países que el petróleo y el gas natural, un dato que hace que los analistas de la AIE se inquieten ante las futuras luchas por el acceso a estos recursos.
Reclaman que solo una parte del sector podrá ser beneficiado por la ayuda estatal, anuncian una masiva marcha nacional.
Pescadores de Coquimbo protestan en la ruta 5 norte.
Desde el inicio de esta semana se reportaron diversas protestar por parte de pescadores artesanales, en varias comunas según el informe de medios locales.
La razón se debe al Bono Pyme ofrecido por el gobierno, otorgado solo a los armadores, es decir, a los dueños de las embarcaciones, y no a los tripulantes. Con esto, se verían afectados el 10% del total de los pescadores artesanales.
De acuerdo a BioBio Chile, en San Antonio, tripulantes de embarcaciones menores instalaron barricadas en las comunas de Quintero, San Antonio y Valdivia.
Hernán Cortés, Presidente del Consejo Nacional por la Defensa del Patrimonio Pesquero (Condepp) y presidente de Fenaspar Chile, dijo que la molestia es porque el gobierno «está dando un beneficio solo a un sector de la pesca artesanal y no a toda el sector como corresponde». Esto en un contexto donde tenemos un ley que no tiene un fraccionamiento justo y que favorece al sector industrial», agregando, por otro lado, que quieren que la sardina sea 100% artesanal».
En tanto, adelantó que para el miércoles está programada una marcha a nivel nacional, que se concentrará en la octava región.